INGRID LUCIANO
Ojalá: reflexiones de cuarentena
Ingrid Luciano Sánchez
¿Desde dónde hablar?: lo social, lo existencial, lo
creativo. Combino un poco de todo, porque si algo ha hecho esta situación de
crisis es removernos en todos nuestros ámbitos.
Esta pandemia pone en evidencia las desigualdades preexistentes a nivel mundial y a nivel local: mucho crecimiento económico para un grupito y poca calidad de vida para la mayoría. No contamos con un sistema de salud digno; mucha gente no tiene agua corriente para seguir la consigna tan repetida de “lávate las manos” y hay gente para quien la consigna de “quédate en casa” implica dejar de comer. Pero, además de todo, estamos militarizados y la policía con más impunidad que nunca está lanzada a la calle apresando jóvenes en los barrios y cometiendo atrocidades. En semana santa una niña de 11 años fue asesinada por un disparo mientras jugaba en el balcón de su casa en el sector de La Puya. Se trata de un hecho no esclarecido, que por los relatos de los residentes indicaría que fue la policía. ¿Dónde están las consecuencias?
Todo esto se suma al conteo constante de los
infectados y los muertos por COVID19, al encierro, a la incertidumbre, a la
crisis económica, a los temores por nuestros familiares, por nosotros y
nosotras mismas, además de los retos porque se han trastocado nuestros hábitos,
nuestros planes, nuestras actividades, cada vez más virtualizadas. Y de pronto,
nos vemos rápidamente adaptándonos como podemos a esta nueva forma de vida, que
lleva un mes, se siente como mucho más y no sabemos en lo que desembocará. Y
nos sorprendemos de nuestra capacidad de adaptarnos siempre, de ser resilientes
y resistir, soltando en el aire una pregunta: ¿saldrá algo bueno de todo esto?
Solo me sale un “ojalá”. No porque crea ilusamente en
que de pronto dejaremos de contaminar, viviremos en paz y los gobiernos dejarán
de robar. Sino porque creo que el juego está servido y, desde el lado de la gente,
del pueblo tenemos una oportunidad para reevaluar cuestiones como la
importancia de la organización y lo colectivo, de la sindicalización, de vencer
muchas fragmentaciones en nuestros análisis de la sociedad y en nuestras
luchas, como si viviéramos en mundos apartes, pero que se muestra como uno solo
en estas situaciones extremas.
Es cierto que tenemos tanto que lidiar en nuestros universos
cotidianos que, a veces, no encontramos fuerzas para tanto. Pero veo con ojos
muy positivos, múltiples espacios de reflexión que se han creado en medio del
encierro y la incertidumbre. De algún modo, comprender lo que ocurre y buscar
formas de accionar sobre ello, no nos aumenta la carga, sino que nos ordena un
poco el mundo. Y también en lo personal nos vemos ante la oportunidad de reevaluar
prioridades, de vivir el tiempo de forma diferente, de acercarnos más a la
gente a pesar del distanciamiento y replantearnos nuestros proyectos y dudas existenciales
ante esta nueva realidad.
En mi caso, la creatividad es una compañera
imprescindible. Lo ha sido siempre. Ficcionalizo la realidad para comprenderla,
para acercarme de forma distanciada a ella, para reírme, para canalizar la
rabia y la esperanza, que terminan siendo casi lo mismo. Y aunque a veces siento
ansiedad o no tengo ganas de hacer nada, de algún modo encuentro en los afectos,
en el baile (¿qué haría sin el movimiento?) y en la creación la fuerza para
seguir día a día. Siento que cada cual echa mano de esas herramientas que tiene
consigo, de las cosas que le hacen sentir en su hogar y no solo en casa. Ojalá así
sea y cada cual pueda encontrar ese lugar dentro de sí, para que -cuando
salgamos- no estemos iguales ni peores, sino con la preparación subjetiva y la fuerza
colectiva capaz de transformar las cosas que están mal en este mundo.
Algunas microficciones de Ingrid Luciano Sánchez
LAS SIRENAS
A mí no me gusta Marco Antonio Solís. Por eso, cuando
el vecino lo pone a to´ lo que da, yo le subo a Bad Bunny y perreo en la
puerta. Algunos tígueres me vocean que entre pa´ mi casa, que hay toque de
queda y yo los ignoro hasta que oiga las sirenas. Cuando esa vaina suena to´ el
mundo juye y se tranca lo más que pueda. Hasta la música baja como si la ley
dijera “cuando los bomberos pasan, la pachanga calla”.
.
Yo no sé lo que la gente hace en esos minutos en que las sirenas se acercan pa´ alejarse después, pero a mí el pecho me lo aprieta una mano gigante y siempre hay un espíritu que me atraviesa la espalda..
Cuando aquella bulla solo es un recuerdo, vuelven a
subir los radios, los televisores, los teléfonos. Noticias, videos cómicos,
novelas, canciones de amargue y culipandeo: to’ lo que sea ruido pa´ tapar el
miedo.
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COMPLEMENTO
(Una calle transitada de una ciudad cualquiera. Dos
personas desconocidas. Luz verde para peatones).
.
A: Yo soy ese.
B: ¿Cuál?
A: Ese hombrecito que camina por las nubes mientras
todo se cae, mientras todo se quema, yéndose por el barranco sin salvación
alguna. Soy quien va silbando y haciendo bailecitos sin darse cuenta de que al
lado suyo atracaron a una vieja. Soy quien le da los buenos días a los que
vinieron a cortarle la luz y sobre todo soy quien les abre la puerta. Soy de
los que responden encuestas telefónicas y de los que cree en ellas. Soy de las
que no saca el paraguas si meteorología dice que no va a llover. Soy de las que
cree en la prensa. Soy de las mujeres que creen en labias. Soy de las que creen
en los "vuelva mañana" y hasta me quedo esperando en el teléfono
cuando me dicen que "estamos trabajando para usted". Soy de las que
hablo con extraños y les sonrío a los ancianos.
B: ¿Sabes qué?
A: ¿Qué?
B: Yo soy quien asalta la vieja; quien te corta la
luz; quien te dice que vuelvas mañana cien veces; te dejo esperando al teléfono
y te doy mal pronóstico del tiempo. Soy quien te da la labia, quien manipula la
encuesta y hace que todo se queme.
A: ¿Nos casamos?
B: Es lo que he estado esperando.
(Apagón).
DOBLE
No hay nadie en el camino además de mí. Encuentro unas
ropas secándose y busco de quién pueden ser. No hay casas, ni siquiera un río
donde pudieran haberlas lavado. Escucho unos sonidos como de chivitos o quizás
de niños. Busco y solo estamos la ropa y yo. Me pongo una blusa roja y una
falda amarilla. Correteo por el lugar y juego con mi chivito hasta llegar al
río donde mi tía lava la ropa. Me desnudo y me lavo yo también. La corriente es
muy fuerte y me lleva. Me golpeo contra una roca. Y no recuerdo más. No hay
nadie en el camino además de mí.
LA VIEJA Y EL REFLEJO
VIEJA: ¿Y esas arrugas?
REFLEJO: Tuyas
VIEJA: ¿Y esas canas?
REFLEJO: Tuyas.
VIEJA: ¿Y esa piel flácida?
REFLEJO: Tuya.
VIEJA: ¿No sabes decir otra cosa? (Silencio) ¿Quién
eres?
REFLEJO: Soy tú.
VIEJA: No me reconozco en ti.
REFLEJO: Desde niña me dices eso.
(Oscuridad).
#DiálogosdesdeelEncierro
@dialogosdesdeelencierro
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